Mi casa no tiene ventanas. Solo un tragaluz triste que mira a la terraza, un ojo abierto hacia el cemento y al baile incesante de la ropa tendida. Nunca hubo ventanas ni cortinas, tan sólo puertas visagras hacia un mundo que ignoro. Yo siempre quise traspasar mi casa desde adentro. Pretendo ver a través de mis paredes, ser una Súper girl con súper poderes. Ver cómo movés tus brazos para empujar los autitos rojos y azules, tus robots rimbombantes, tus bigotes de leche chocolatada. Apoyo la oreja a las cinco en punto para sentir tu presencia y para escuchar mejor a veces uso un vasito de plástico. Tus corridas por el living se transforman en regalos mágicos que me predicen los pelotazos contra la pared y los dibujitos animados, duplicándose en mi televisor. El deseo de tumbar ese muro se hace más fuerte cada tarde. Estoy proyectando una sala de juegos en común, alfombrada, con una mesita ratona y muchos almohadones, y una caja llena de caramelos y galletitas de chocolate que nos dure muchos días. Un salón enorme en donde mis muñecas rubias y sus coloridos autos vayan de visita. Una oportunidad de conocerte en tu universo y compartirte el mío. Una casa en donde los juguetes sean un motivo para el amor y mientras vemos cómo juegan las muñecas con sus autos lujosos, nos miremos y sepamos que simplemente se trata de una excusa.
martes, 23 de junio de 2009
Cosas de chicos...
Mi casa no tiene ventanas. Solo un tragaluz triste que mira a la terraza, un ojo abierto hacia el cemento y al baile incesante de la ropa tendida. Nunca hubo ventanas ni cortinas, tan sólo puertas visagras hacia un mundo que ignoro. Yo siempre quise traspasar mi casa desde adentro. Pretendo ver a través de mis paredes, ser una Súper girl con súper poderes. Ver cómo movés tus brazos para empujar los autitos rojos y azules, tus robots rimbombantes, tus bigotes de leche chocolatada. Apoyo la oreja a las cinco en punto para sentir tu presencia y para escuchar mejor a veces uso un vasito de plástico. Tus corridas por el living se transforman en regalos mágicos que me predicen los pelotazos contra la pared y los dibujitos animados, duplicándose en mi televisor. El deseo de tumbar ese muro se hace más fuerte cada tarde. Estoy proyectando una sala de juegos en común, alfombrada, con una mesita ratona y muchos almohadones, y una caja llena de caramelos y galletitas de chocolate que nos dure muchos días. Un salón enorme en donde mis muñecas rubias y sus coloridos autos vayan de visita. Una oportunidad de conocerte en tu universo y compartirte el mío. Una casa en donde los juguetes sean un motivo para el amor y mientras vemos cómo juegan las muñecas con sus autos lujosos, nos miremos y sepamos que simplemente se trata de una excusa.
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HOLA, ACÁ, COMO TE DIJE, ENTRÉ Y ANDO DISFRUTANDO DE TUS BLOGS, ESTAMOS EN CONTACTO, L.
ResponderEliminarGracias Leo, me halaga tu visita. Slds!
ResponderEliminarBreve pero muy interesante. Un texto lleno de recuerdo, de una niñez pasada.
ResponderEliminarMe lleva a pensar en mi propia infancia, donde los Meccano, un trompo de lata, o simplemente los largo paseos en bici en las tardes de verano por camino de tierra. Los amigos, las barrancas y mas alla el parana.
Un cuento breve, disparador de una novela, de un ensayo, de......simplemente un pasado feliz.
Bravo, Analía
----david pujol---