viernes, 17 de julio de 2009

DESINTEGRACIÓN

Las palabras simbolizan lo invisible que somos. Cuando pienso algo, se desvanece. Lo estoy matando, se empieza a secar desde adentro para caer. Siempre lloro con los finales.
Hay mañanas en que la tristeza se corporiza para inmiscuirse en mis minutos de espera en el sabido mundo, estático y obligado, marcado por el poste azul de una esquina. La descubro a través de mis ojos, la huelo con la piel, la palpo entre las costuras de mi ropa. Una bicicleta circula con obstinación desafiando al viento. La botella de plástico en la acera me recuerda cuánto creemos en el futuro y la descomposición de los cuerpos. Algo a lo lejos, de a ratos, me ciega. Me hace dudar de lo que estoy esperando, de mí, de ellos, del impredecible destino. El frío es un acero afilado que me quiere marcar un camino. Espero.
Quizás hoy sea el día de comenzar, o de cerrar un ciclo. ¿Quién dijo que esto es la vida? ¿A dónde van las cosas que no tienen principio ni fin? La respiración, la lluvia, la naturaleza. Palabras que eran promesas y se esfumaron. ¿A dónde quisieron viajar? ¿Qué hay en el entremedio? La libido, el hambre, la culpa, el insomnio. ¿Son nuestros o nos lo han creado para que nos sintiéramos vivos?
De a ratos mis creencias se eclipsan. Siempre estamos intentando sobrevivir, queriendo medir las cosas, como si en ellos hubiese un punto G. Gran error.
Los que tienen la boca cerrada en la calle esperan un orgásmico milagro, los que abren su boca, piden. Los demás, nos anhelamos callados, ignorantes. Los que nos pudrimos, en vez de a los ojos, miramos la botella. El pensamiento comienza a morir justo cuando empiezo a parar el 143 que frena con antipatía. Hipócritas nosotros que no podemos con la palabra, y menos afrontar que después del envoltorio de un caramelo, hay su desintegración, el ecosistema, el sistema, las muertes, la responsabilidad. ¿Nosotros también nos desintegramos? Nos invade lo insólito. El cielo de hoy no será el de mañana. Nosotros, los indiferentes, tampoco. Todo cambia para que nada cambie.

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