miércoles, 10 de marzo de 2010

Algo de lo que leí anoche, en Ciclo de Ocultos...

La mano improvisa pululando los excesos. Los extremos bailan deslizándose sobre llanuras carnesinas. Huele a campo, a la tapa de un libro, a nieve, a un perro lanudo, al silencio de un orgasmo tibio.

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HUMUS

El movimiento impertinente de los cuerpos, la resolana espasmódica acariciando las paredes del edificio. El viento iba encontrando de nuestras lánguidas espaldas los restos en el espejo. La ropa escindida en colores a lo largo de la habitación. El humus fatídico de la inexperiencia del sexo con amor.

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Un nudo detrás
de un nudo.
Inminente.
Incisivos mis ruegos
cortan el aire en tajadas.
Ya lejos de la osadía
las horas viajan.

Un papel reciclado
con florcitas en un extremo,
una ceremonia
inminente
y puntos
finales.

Anoto:
Desatar
las
flores.
Marchitar
ese
clavo.
Sacar
el
nudo.

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El agua muere por la boca pez.

La vida eterna.
La máscara del diablo.
Brindis con champagne.
Polvo es y al agua
volverá.
La inconstancia del humo
La ceguera de un sordo
El aplauso vacío.

Hundirse y salir.
Salir para hundirse.
Sin morir.
El pez.
Sin su boca.

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El hermetismo
del otro surco me alcanza
o de aquello otro
lo traspuesto.
En el exceso del patio yerto
el escondite
del ahora hombre.
Y lo aún traspuesto.

La condición de estar en el aire
Como si no supiera
que la vida
sigue andando
sin nosotros.

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