Enterrar en mi rostro las manos de tierra y
desgranarme en lo perdido por
un sur
debería alguna vez.
Los círculos interminables
de un rincón
en uno de los patios donde él me besaba.
Y la ranura en el desnudo valle
que alguna vez sentimos.
Entregarme
debo dejarme ir
jugar en el patio de nuevo
buscar la tierra y las manos, la fuente
el cántaro
y cuando
venga de visita aquél beso
una y otra vez...
lloraré.
Analía
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