domingo, 31 de julio de 2011

Resignificarse (bajo el mismo techo)

Convivir siempre conlleva negociar las decisiones del otro con respecto a los lugares. Cuanto más grande es el desarreglo del otro, más fuerza retórica se requiere. La independencia y la insistencia en cierta apropiación de los espacios individuales, dificultan la visión global y entorpece en el pensar de a dos. El desafío está en convivir con los átomos reubicados tratando de incorporarlos al cuadro diario de nuestra vida, como si se tratara de tomar otro camino para que un paisaje no se vea igual. La mística de compartir un techo, está en amarse más allá de los átomos desencajados, los no lugares, los espacios que antes no servían y que ahora el otro los resignifica. Negociar las costumbres y caprichos es resignificarse entre dos.

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