jueves, 5 de marzo de 2009

EL TIEMPO Y LAS PREGUNTAS SOBRE EL TIEMPO

Tengo una gran manía. Preguntarme y preguntarme. Cuando era chica la exigencia de un niño y la responsabilidad de un padre se entremezclaban, tratando de no dejar recovecos para las inseguridades y los miedos. Ni mi creencia en Dios, ni los consejos de mi terapeuta, ni yo misma en soledad, me dan respuestas sólidas a mis 29 años. Hay días en los cuales siento una gran incertidumbre. Aún no puedo descubrir a qué se debe, o cuáles son los factores que confluyen, los que seguramente se encuentran acentuados por los planteos de mi edad y la falta de objetivos. No sé si es parte de la situación social que nos condiciona, sumado a la falta de valores, de la constante denigración del otro, de las preocupaciones excesivas, del prender la tele y ver tantas estupideces y sólo muertes y más muertes. O quizás es tan sólo parte de mi pelea contra el tiempo. Aún no puedo dilucidar si se trata de eso, pero creo que en algún momento a todos nos pasa. Quizás es un parate que hacemos al cumplir cada decena. Números redondos que nunca nos resultan perfectos porque se produce un quiebre entre lo que quisimos haber sido y lo que la realidad nos muestra.

Fue entonces que anoche me quedó dando vueltas la idea del tiempo y si la única forma de “soportar” su paso es el disfrute de las pequeñas cosas. Y vuelvo, entonces, y retomo, con mucha decisión, la llave que nos devuelve la energía, las ganas de vivir el día a día, con la búsqueda de aquello que nos haga únicos. Más allá de lo que deseamos haber tenido, debemos asumir que no sirve planificar demasiado, como si eso fuera predecir. En un acto de introspección, lo que realmente debemos conjugar en nuestro ser y no perderlo jamás son: la voluntad, la capacidad de sorpresa y el amor a los demás. Benjamin Button me enseñó un hermoso ejemplo de este maravilloso popurrí que nos mantiene vivos, para poder seguir viviendo con el disfrute del primer día: contemplar un instante. Gran enseñanza sobre las pequeñas cosas. No nos da respuestas, pero al menos, reconforta.





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