Aquella noche de setiembre, fuiste
tan buena para mí...hasta dolerme!
Yo no sé lo demás; y para eso,
no debiste ser buena, no debiste.
Aquella noche sollozaste al verme
hermético y tirano, enfermo y triste.
Yo no sé lo demás...y para eso,
yo no sé por qué fui triste...tan triste!
Solo esa noche de setiembre dulce,
tuve a tus ojos de Magdala, toda
la distancia de Dios...y te fui dulce!
Y también fue una tarde de setiembre
cuando sembré en tus brasas, desde un auto,
los charcos de esta noche de diciembre.
ufffffffffff impresionante. me gusta mucho este poema.
ResponderEliminarA mi también me fascina... bs lore!
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