Fugaz desató
del colgante el nudo
que desde Junio
llevaba decorando mi balcón.
Un simple movimiento que en mi mano
iba a quedar torpe,
que no iba a coincidir
con la sutilidad del reloj.
Días en que
las hojas amarillas
van escribiendo postales,
y hay un nido creciendo
en el hueco del aire.
El olor a mandarina y
los vendedores ambulantes.
Las páginas del libro
en que no gana la furia.
Lo dejé ahí, al nudo, sobreviviendo
a las pasiones que nos desbordan.
Y el viento pasó, solito,
y desató la guirnalda.
Liberó las mariposas.
Todo pasó
hace segundos
en mi balcón.
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