La plantita casi se me cae
del balcón.
Quería ver lo que se abría
ante mi, entre los árboles.
Todo se orquestaba. De gris a rosado.
Una bolsa, una carta.
La rueda del auto en el asfalto.
Nadie me enseñó a hablar de menos.
Ni a esperar adentro de casa.
Saludo a un barquito de papel
que se aleja de mí
por una línea de corriente
falsa.
Y se va, se va.
Allá los ojos del diablo.
Un bebé que duerme.
El llanto de un viejo.
Arrasan con lo poco
que queda en mi
esta noche.
Analía L.
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